[…] Pese a haber jurado y perjurado que no volvería a ese sitio, haciendo balance me pareció una gran noche, por lo menos en cuanto a experiencias. Además el tramo final fue mejor que el inicial.
Nos medio conseguimos librar de los chinos cuando nos encontramos a los árabes. Yo diría que cambiamos de benefactores.
-Mira Luis, están por aquí los árabes.
Coño, Mahadi, el cerdo que me ha mandado aquí, ven que te voy a desollar, mirando a la Meca. Nos invitan a su mesaza llena de fruta y bebida, que no se respire miseria. Se me pasa un poco el trauma de ser manoseado por los chinos ricos, aunque me sigo sintiendo sucia.
Cuando me empieza a entrar complejo de mendiguillo, les digo que vayamos a la pista. Yo les digo que vayamos a la pista, no aparece en los anales. Menudo show, no cabe ni un alfiler, excepto si eres extranjero. Los chinos bailan de pena, así que siguiendo el ritmo del tecno eres el jefe.
Una pequeña reflexión mía. Creo que tal como están las discotecas para los chinos me parece una fusión cultural fallida: coges el entretenimiento de occidente, pero le pones la particularidad china de que en público nada más allá de darse la mano, y tienes que la opción ligar se reduce todavía más que para nosotros. Me quedé con la impresión de que se aburren, otra vez incluso más que nosotros.
Con lo que iba, a los 10 minutos teníamos a la mitad de los chinos mirándonos. A los 20, todos a nuestros pies. No tenía ni idea de que los chinos fueran capaces, pero las 2 alemanas tienen 6 arrimándoles la patatilla las pobres. 10 minutos más, bailes del robot y todo, y no creo que haya un solo chino en la pista que no esté mirando. Tampoco creo que haya una sola china.
Y bueno, pasó alguna cosilla más pero ya es bastante, no queda sitio ni para un chiste de manchegos.
Tuesday, November 24, 2009
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